Generalmente
paso el día en la soledad, con el frío y el silencio de esta
habitación que cada día me ahoga. Por eso, solo espero que se haga
de noche para que llegues en compañía de las aventuras vividas
fuera de este cuarto. Aprecio que cada noche al dormir me acaricies,
me tomes entre tus manos y sientas que soy tu único apoyo. Tu trato
es distinto conmigo. No estoy para soportar tu peso sobre mi, sino
para que tus brazos puedan apretujarme entre tu cuerpo caliente y
exhausto.
Sé que no soy lo que aspiras
tener, pero como no tienes nada más, terminas viniendo a mí. Soy tu
confidente, escucho tus quejas, tus dudas, tus metas, ahora sé que
soy lo que quisieras tener y no tienes. Confieso, que me molesta
sentir que soy muy egoísta y no puedo devolver todo lo que me das,
porque cuando duermes y sueñas (sin que te des cuenta) me besas, tal
vez imaginando que soy lo que no soy. Es triste no poder besarte como
tu me besas, o abrazarte como tu me abrazas. No sé si lo habrás
notado, pero en estos últimos años me he venido acoplando
perfectamente a tu cálido torso.
Lamentablemente, todo termina
cuando sale el sol y suena tu alarma. Te levantas de la cama, y es
como si no existo para ti. Veo como corres al baño, como te vistes
con desespero y partes a tus labores diarias, mientras yo me quedo
aquí, añorando salir de esta habitación y acompañarte en cada
jornada. Pero esta es solo la fantasía de quien permanece inmóvil,
con la certeza de que los días serán idénticos y de que nada
cambiará su realidad.
Mientras tanto permanezco en
este eterno silencio, solo para descubrir que (aunque no lo quieras
asumir), ya formo parte de ti. No hace falta que me lo digas, tus
actitudes hablan por ti, porque cuando partes a tierras lejanas me
llevas contigo para servirte de refugio, o tal vez para que sea
centinela de sueños irrealizables. Y aunque no pueda compartir junto
a ti los momentos más alegres de tus aventuras urbanas, termino
siendo parte de tus aventuras nocturnas.
Hace tiempo llegabas con esa
persona que querías que fuera yo. Muchas veces terminaba observando
como ambos se besaban de manera clandestina, pero siempre estuve
allí, mirando como abrazabas su cuerpo con más pasión que como lo
haces conmigo todas las noches. La gran diferencia radica en que,
mientras esa persona ya no volverá a estar a tu lado, yo seguiré
siendo tu almohada incondicional, la que fielmente esta en tu cama, y
que no se moverá de ahí hasta que tu lo decidas.
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Uniéndome a la "Proposición Inocente" planteada por la compañera Mercedes, espero les guste!!!
Saludos Fraternos
11 comentarios:
Un relato excelente. Qué bien. Me ha encantado la descripción. Se me ocurrió algo parecido, porque es cierto que hay cosas que siempre están ahí, acompañando nuestros sueños, aunque no nos demos cuenta.
Un abrazo y gracias.
Espero que pase mucha gente a leerte.
Un abrazo,
merce.
Preciosooooooooooooo, has captado perfectamente la esencia de esa humilde almohada.
Felicitaciones.
Un beso.
Gracias a Mercedes y Moony, de verdad que nunca me habia animado a escribir un relato narrativo porque creo que no es mi fuerte. Sin embargo este me gusta mucho para ser el primero.
Bienvenidas al espacio proletario, siéntanse cómodas y espero que les guste lo que aquí verán, ademas de leer sus comentarios sobre alguno de los poemas que ya están publicados!!!
Saludos Fraternos!!!
Me gustó muchísimo. Por un instante pensé que tenías un peluche, como mi Totoy, un osito que me acompaña desde mi primera navidad.
Apapachos, qué ternura de cuento.
Hola Ángel, muy bueno tu relato, me ha sensibilizado con mi propia almohada, que vela mis sueños, y yo en pago he llegado a ponerla en situaciones humillantes.
La almohada, ese espacio de secretos y descanso, dónde las dudas se tranforman en certezas y las certezas en dudas.
Un buen lugar, en un buen relato.
Un saludo
Este relato es un reconocimiento a la olvidada almohada, yo echo mucho de menos a la mía cuando duermo fuera de casa. Un estupendo relato, enhorabuena y encantada de conocerte a través de esta iniciativa.
Qué almohada tan dulce y fiel.
Muy bonito.
Pues le doy la razón a Mercedes.
Estoy descubriendo tantas cosas que tiene vida propia. Y pensaba hace unos meses que aquellas hamburguesas que me hablaban en la carnicería era fruto de mi imaginación...
Deberé preguntar a mi almohada tantas cosas esta noche. No quiero que se sienta incómoda ni que se moleste conmigo.
Un abrazo
q bonito.... me gusta tu blog!! me gusta...
Que tierno!!
Me encanto ver que te unieras a la propuesta.... super!!
Como es verdad... con la almohada compartimos todo, no lo habia pensado...
Saluditos!! y gracias por tu visitas...
Ah mira, me recibio en tu blog la cancion de Silvio Rodriguez..... linda!!!
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